Un caballito…
Un padre llevó a su hijito por un paseo largo en el bosque, como era pequeño le llevaba sobre sus hombros por mucho rato; luego le puso sobre sus pies y le dijo que tendría que caminar hasta la casa. Al rato el pequeño lloraba porque estaba muy cansado, demasiado cansado para tomar un paso más.
El padre cortó un palito y lo limpió muy bien de toda astilla mientras el niño observaba. Al terminar, dijo:
«Mira, hijo, te presento con tu propio caballito para que te lleve a casa.»
Encantado, el niño se montó sobre su caballito y felizmente llegó a su casa y en casa dio vueltas por todo el jardín hasta que tuvo que ir a bañarse y acostarse, ya rendido. A veces nuestro Padre nos lleva y a veces nos deja caminar, y muchas veces creemos que ya no podemos más cuando alguien, movido por él, nos ofrece un caballito (una idea, una promesa, una canción nueva, un cariño, una oración intercesora, lo que sea, y sobre ese corcel llegamos a la meta).
¿Necesitan un caballito? ¿Otro hermano está necesitando un caballito?