Paulatinamente estaré retomando este nicho en el cual compartiré muchas cosas como parte de mi profesión y mis más recientes experiencias en este último año en situaciones cotidianas con los niños como parte de este enigmático proceso educativo.
En el mercado pude notar que una señora que llevaba en su carrito de compras a una pequeña niña de 3 años de edad, al pasar por la sección de las golosinas, esta pidió unas galletitas; su madre decidida y en un tono firme le dijo «NO».
La niña inmediatamente comenzó a quejarse e inmediatamente un berrinche, y la madre dijo tranquilamente expresó:
Por favor Paulina, guarda la calma y evita el enojo, ya estamos a mitad de camino y pronto terminaremos.
Llegaron al pasillo donde se encontraban las golosinas, y la niña de inmediato comenzó a gritar en voz alta mientras insistía en tomarlos .
Tranquila mi amor, tranquila, evita llorar, solo dos pasillos más y saldremos de este lugar.
Cuando llegaron a la caja donde debían pagar los comestibles, inmediatamente la niña comenzó a pedir golosinas otra vez a gritos; y al ver que no se los iban a comprar, estalló en llanto. Pacientemente la madre dijo: Paulina, en solo 10 minutos terminaremos de pagar los comestibles y entonces podrás ir a casa y dormir una rica siesta.
No pude contenerme y me acerque a la señora para felicitarla, y a continuación le dije: disculpe no pude dejar de observar lo paciente que usted ha sido con la pequeña Paulina, ¡Felicidades!.
Al instante la mujer sonrió y se vovió hacia mí y me dijo: Yo soy Paulina, el nombre de mi niña es Laura.
A veces, la única manera de subsistir a través del día es hablando con uno mismo. Intentar que un (a) niño (a) entre en razón es algo bueno, siempre y cuando puedas hacerlo sin que tú mismo pierdas el control de tus impulsos.
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