Mes: enero 2010

¿Cómo hablar con tus hijos sobre alcohol & drogas?

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A todos nuestros lectores reciban un saludo afectuoso, aquí les dejamos el 2° artículo de la semana…

Psic. HUGO HERCI & Mtra. ROSARIO HERCI

El tema de las drogas puede confundir a los niños pequeños. Si las drogas son tan peligrosas, ¿entonces por qué hay tantas de ellas en el botiquín de medicina de la casa? ¿Y por qué el consumo de drogas y alcohol se promueve tanto en la televisión, en las películas, en las canciones y en los anuncios publicitarios?

Debemos ayudar a nuestros hijos a distinguir la realidad de la ficción, mientras más pronto comencemos, mejor. Varios estudios a nivel nacional demuestran que la edad promedio a la que los niños prueban el alcohol por primera vez es a los 11 años de edad; en el caso de la marihuana, es a los 12 años. Y muchos niños sienten la curiosidad de probar estas sustancias a edades aún más tempranas. ¡De modo que comencemos ahora!

Escuche atentamente

Estudios realizados a estudiantes revelan que cuando los padres de familia escuchan los sentimientos y conocen las inquietudes de sus hijos, éstos se sienten con mayor libertad de platicar con sus padres y suelen evitar el consumo de drogas.

Enséñeles a decir «NO»

Mediante juegos actuados, enseñe a sus hijos cómo negarse a la presión de sus compañeros sin llegar al aislamiento social. Usted puede intentar algo así: «Juguemos un juego. Vamos a suponer que tú y tus amigos van a la casa de Andrés después de la escuela y encuentran unas cervezas en el refrigerador. Tus compañeros sugieren que te tomes una. La regla de nuestra familia dice que los niños no tienen permiso de tomar alcohol. ¿Qué les contestas?»

Si su hijo le da una buena respuesta, felicítelo. En caso contrario, déle algunas sugerencias: «No, gracias. Mejor jugamos con el Sony PlayStation,» o «No, gracias. Yo no tomo cerveza. Necesito estar en forma para el baloncesto.»

Fomente la toma de decisiones

Permita que sus hijos tengan la oportunidad de tomar decisiones propias, de modo que en un futuro ellos tengan la confianza suficiente para hacer esto por sí mismos. Un niño de 8 años de edad es capaz de decidir si quiere invitar a muchos amigos a su fiesta de cumpleaños o sólo a unos cuántos. Un niño de 12 años de edad puede elegir si desea pertenecer al coro o a la banda de la escuela. A medida que sus hijos se vuelven más hábiles para tomar buenas decisiones, tanto usted como ellos se sentirán más seguros si es que tienen que tomar alguna decisión relacionada con el alcohol y las drogas.

Proporcione información adecuada para la edad de sus hijos

Asegúrese de proporcionar información adecuada para la edad y la etapa de desarrollo de sus hijos. Si su hijo de 6 o 7 años de edad se está lavando los dientes, usted puede decirle, «Hay muchas cosas que podemos hacer para que nuestros cuerpos estén saludables, como por ejemplo lavarnos los dientes. Pero también hay cosas que no debemos hacer porque dañamos a nuestro cuerpo, como fumar o tomar medicinas cuando no estamos enfermos.»

Si usted está viendo la televisión con su hijo de 8 años y se menciona el tema de la marihuana, usted puede decirle, «¿Sabes qué es la marihuana? Es una droga mala que puede dañar tu cuerpo.» Si su hijo tiene más preguntas, contéstelas. En caso contrario, cambie de tema. Los comentarios cortos y sencillos que se repiten frecuentemente transmiten muy bien el mensaje.

Usted puede dar el mismo mensaje a sus hijos mayores, simplemente añada información más específica sobre las drogas. Por ejemplo, usted puede explicarle a su hijo de 12 años de edad cuál es la apariencia de la marihuana y del «crack», cómo se le llama en la calle a éstas drogas y cómo pueden afectar su organismo.

Defina una regla familiar en relación con las drogas y las medicinas

Es correcto decirles a sus hijos, «Aquí no permitimos el uso de drogas y los niños de esta familia no tienen permiso de tomar alcohol. La única vez que pueden tomar medicina es cuando su mamá, su papá o su doctor lo autoricen. Tenemos esta regla porque los queremos mucho y porque sabemos que las drogas pueden dañar sus organismos, pueden enfermarlos e inclusive pueden matarlos. ¿Tienen alguna pregunta?»

Ponga el ejemplo

Es más probable que un niño nos imite a que nos obedezca. Cuando usted llegue a casa después de un largo día de trabajo, evite ir directamente al refrigerador para tomar una cerveza; esto indicaría que tomar alcohol es la mejor forma para relajarse. Del mismo modo, si usted tiene una cena, ofrezca a sus invitados bebidas sin alcohol, además de las bebidas tradicionales. También evite el consumo indiscriminado de medicamentos, aún aquellos que no requieren receta médica. Su comportamiento debe reflejar sus convicciones.

Platique sobre aquello que caracteriza a los buenos amigos

Si consideramos que la presión ejercida por los compañeros de escuela es importante cuando hablamos del consumo de drogas y alcohol, resulta lógico platicar con nuestros hijos sobre aquello que caracteriza a los buenos amigos. Usted puede decirle a un niño de 8 años de edad: «Un buen amigo es alguien que disfruta de los mismos juegos y actividades que tú disfrutas. Es alguien divertido.»

Los niños de 11 a 12 años de edad pueden comprender que un amigo es alguien que comparte sus valores y experiencias, que respeta sus decisiones y escucha sus puntos de vista. Una vez que sus hijos hayan comprendido éstos conceptos, ellos comprenderán que los «amigos» que los presionan para beber alcohol o para consumir marihuana en realidad no son amigos de verdad. Además de esto, es importante fomentar actitudes de compañerismo y cooperación – así como la participación en actividades divertidas y saludables (como pueden ser los deportes en equipo o el formar parte de los Boy Scouts) para que sus hijos desarrollen amistades duraderas a medida que crecen y a medida que la probabilidad de consumir drogas disminuye.

Incremente el auto-estima

Los niños que se sienten bien consigo mismos tienden a evitar el consumo de sustancias ilegales. Como padres de familia, hay muchas cosas que podemos hacer para incrementar el auto-estima de nuestros hijos. A continuación presentamos algunas recomendaciones:

  1. Felicite a sus hijos cuando hagan bien las cosas. Si tiene que corregir a sus hijos, enfóquese en los sucesos y no en las personas. Si su hijo cometió un error en un problema de matemáticas, es mejor decirle, «Creo que sumaste mal. Vamos a intentarlo de nuevo.»
  2. Asígneles tareas adecuadas para su edad. Un niño de 6 años de edad puede llevar su plato a la cocina después de la comida; un niño de 12 años de edad puede alimentar y pasear al perro cuando regrese de la escuela. Realizar este tipo de tareas y recibir una retroalimentación positiva sobre ellas hace que sus hijos se sientan bien consigo mismos.
  3. Pase tiempo con sus hijos. Asigne un mínimo de 15 minutos cada día para cada uno de sus hijos. Platique, juegue o váyase a pasear con ellos y demuéstreles que usted se interesa por ellos.
  4. Dígales cuánto los quiere. Nada hará que sus hijos se sientan mejor.

Repita el mensaje

La información y las lecciones sobre las drogas son tan importantes que deben repetirse con frecuencia. Asegúrese de poder contestar las preguntas de sus hijos cada vez que sea necesario e inicie una conversación sobre el tema siempre que se presente la oportunidad.

Si sospecha de algún problema, obtenga ayuda

Aunque los niños menores de 12 años de edad rara vez tienen un problema con las drogas y el alcohol, esto sí puede suceder. Si usted observa que su hijo tiende a distanciarse, si pierde peso, si su desempeño escolar disminuye, si se vuelve muy temperamental, si tiene los ojos vidriosos – o si las medicinas del botiquín desaparecen demasiado rápido – hable con él y póngase en contacto con cualquiera de las organizaciones a las que hacemos referencia. Ayudará a que su hijo tenga un futuro saludable y feliz.

¿Por qué las personas consumen drogas malas o ilegales?

Hay muchas razones. Tal vez ellos no saben lo peligrosas que son las drogas. O quizás se sienten mal consigo mismos o no saben cómo hacer frente a sus problemas. O posiblemente no tienen papás y no pueden hablar con ellos. ¿Tú por qué crees que lo hacen?

¿Por qué algunas drogas son buenas y otras son malas?

Cuando nos enfermamos, las medicinas que el doctor nos receta nos ayudan a sentirnos mejor. Pero si tomamos estas medicinas cuando no estamos enfermos, entonces nos podemos enfermar. Además, hay algunas drogas como la “marihuana” y el «crack» que nunca son buenas. Por eso es mejor que nunca tomes drogas o medicinas a menos que tu mamá, tu papá o tu doctor te lo permitan.

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Una carta a GARCÍA (2a parte)

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En cierta ocasión me decía el jefe de una gran fábrica: «Ve usted a ese contador que está allí?» «Lo veo, ¿y qué?» «Es un gran contabilista; pero si lo envío a la parte alta de la ciudad con cualquier objeto, puede que desempeñe la misión correctamente; pero puede ser también que en su viaje se detenga en cuatro cantinas y al llegar a la calle principal de la ciudad haya olvidado absolutamente a qué iba». ¿Podría confiársele a un tío semejante la carta para García? En los últimos tiempos es frecuente oír hablar con gran simpatía del pobre trabajador víctima de la explotación industrial, del hombre honrado, sin trabajo, que por todas partes busca inútilmente emplearse. Y a todo esto se mezclan palabras duras contra los que están arriba, y nada se dice del jefe de industria que envejece prematuramente luchando en vano por enseñar a ejecutar a otros un trabajo que ni quieren aprender ni les importa; ni de su larga y paciente lucha con colaboradores que no colaboran y que sólo esperan verlo volver la espalda para malgastar el tiempo. En todo almacén, en toda fábrica, hay una continua renovación de empleados. El jefe despide a cada instante a individuos incapaces de impulsar su industria y llama a otros a ocupar sus puestos. Y esta escogencia no cesa en tiempo alguno ni en los buenos ni en los malos. Con la sola diferencia de que cuando hay escasez de trabajo la selección se hace mejor; pero en todo tiempo y siempre el incapaz es despedido; «la ley de la supervivencia de los mejores se impone». Por interés propio todo patrono conserva a su servicio a los más hábiles: aquellos capaces de llevar la carta a García. Conozco a un hombre de facultades verdaderamente brillantes, pero inhábil para manejar sus propios negocios y absolutamente inútil para gestionar los ajenos, porque lleva siempre consigo la insana sospecha de que sus superiores lo oprimen o tratan de oprimirlo. Ni sabe dar órdenes ni sabe recibirlas. Si se enviara con él la carta a García, contestaría muy probablemente: «llévela usted». Hoy este hombre vaga por las calles en busca de oficio, mientras el viento silba al pasar entre las hilachas de su vestido. Nadie que lo conozca se atreve a emplearlo por ser él un sembrador de discordias. No le entra la razón y sólo sería sensible al taconazo de una bota número 45 de doble suela. Comprendo que un hombre tan deformado moralmente merece tanta compasión como si lo fuera físicamente; pero al compadecerlo recordemos también a aquellos que luchan por sacar triunfante una empresa, sin que sus horas de trabajo estén limitadas por el pito de la fábrica, y cuyo cabello se torna prematuramente blanco en la lucha tenaz por conservar sus puestos a individuos de indiferencia glacial, imbéciles e ingratos que le deben a él el pan que se comen y el hogar que los abriga. ¿Habré exagerado demasiado? Puede ser; pero cuando todo el mundo habla de los trabajadores, así, sin distinción ninguna; quiero tener una frase de simpatía para el hombre que logra éxito; para aquél que luchando contra todos los obstáculos, dirige los esfuerzos de los otros, y cuando ha triunfado, sólo obtiene por recompensa –si acaso– pan y abrigo. Yo también he trabajado a jornal y me he hecho la comida con mis propias manos; he sido patrono y puedo juzgar por experiencia propia y sé que hay mucho que decir de parte y parte. La pobreza no da excelencia por sí sola; los harapos no son recomendación; no todos los patronos son duros y rapaces, ni todos los pobres son virtuosos. Mi corazón está con aquellos obreros que trabajan lo mismo cuando el capataz está presente que cuando está ausente. Y el hombre que se hace cargo de una carta para García y la lleva tranquilamente sin hacer preguntas, y sin la intención perversa de arrojarla en la primera alcantarilla que se encuentra al paso, y sin otro objetivo que llevarla a su destino; a este hombre jamás se le despedirá de su trabajo, ni tendrá jamás que entrar en huelga para obtener un aumento de salario. La civilización es una lucha prolongada en busca de tales individuos. Todo lo que un hombre de esta clase pida, lo tendrá; lo necesitan en todas partes; en las ciudades, en los pueblos, en las aldeas, en las oficinas; en las fábricas; en los almacenes. El mundo los pide a gritos, el mundo está esperando siempre ansioso el advenimiento de hombres capaces de llevar la carta a García. El mundo confiere su mejores premios tanto en honores como en dinero, a una sola cosa: a la iniciativa.

Una carta a GARCÍA (1a parte)

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Hubo un hombre cuya actuación en la guerra de Cuba, culmina como un astro en su perihelio… Sucedió que cuando hubo estallado la guerra entre España y los Estados Unidos, palpóse clara la necesidad de un entendimiento inmediato entre el Presidente de la Unión Americana y el General Calixto García. Pero, ¿Cómo hacerlo? Hallábase García en esos momentos Dios sabe dónde en alguna serranía perdida en el interior de la Isla y era precisa su colaboración. Pero, ¿Cómo hacer llegar a sus manos un despacho? ¿Qué hacer?«Conozco a un hombre llamado Rowan. Si alguna persona en el mundo es capaz de dar con García es él: Rowan». (por lo tanto el sujeto desembarca a los cuatro días en las costas de Cuba, desaparece en la selva primitiva; para reaparecer de nuevo a las tres semanas al otro extremo de la Isla, cruzando un territorio hostil, y entrega la carta a García, son cosas de las cuales no tengo especial interés narrar aquí.). El punto sobre el cual quiero llamar la atención es éste: «McKinley da a Rowan una carta para que la lleve a García. Rowan toma la carta y no pregunta: ¿en dónde podré encontrarlo?». Alguien dice al Presidente: El sujeto que lleva por nombre Rowan tomo la carta, la guardó en una bolsa, la cerró contra su corazón y desapareció.

¡Por Dios vivo!, aquí hay un hombre cuya estatua debería ser vaciada en bronces eternos y colocada en cada uno de los colegios del universo. Porque lo que debe enseñarse a los jóvenes no es esto o lo de más allá; sino vigorizar, templar su ser íntegro para el deber, enseñarlos a obrar prontamente, a concentrar sus energías, a hacer las cosas, «a llevar la carta a García». El General García ya no existe. Pero hay muchos Garcías en el mundo.

Qué desaliento no habrá sentido todo hombre de empresa, que necesita de la colaboración de muchos, que no se haya quedado alguna vez estupefacto ante la imbecilidad del común de los hombres, ante su abulia, ante su falta de energía para llevar a término la ejecución de un acto. Descuido culpable, trabajo a medio hacer, desgreño, indiferencia, parecen ser la regla general.

Y sin embargo no se puede tener éxito, si no se logra por uno u otro medio la colaboración completa de los subalternos, a menos que Dios en su bondad, obre un milagro y envíe un ángel iluminador como ayudante. El lector puede poner a prueba mis palabras: llame a uno de los muchos empleados que trabajan a sus órdenes y dígale: «Consulte usted la Enciclopedia y hágame el favor de sacar un extracto de la vida de Correggio».

¿Cree usted que su ayudante le dirá: «sí señor», y ponga manos a la obra? Pues no lo crea. Le lanzará una mirada vaga y le hará una o varias de las siguientes preguntas: ¿Quién era él? ¿En qué Enciclopedia busco eso? ¿Está usted seguro de que esto está entre mis deberes? ¿No será la vida de Bismark la que usted necesita? ¿Por qué no ponemos a Carlos a que busque eso? ¿Necesita usted de ello con urgencia? ¿Quiere que le traiga el libro para que usted mismo busque allí lo que necesita? Diga: ¿para qué quiere saber eso? Y apuesto diez contra uno a que después de que usted haya respondido íntegramente el anterior cuestionario y haya explicado el modo de verificar la información y para qué la necesita usted, el prodigioso ayudante se retirará y buscará otro empleado para que le ayude a buscar a «GARCÍA» y regresará luego a informarle que tal hombre no existió en el mundo.

Puede suceder que yo pierda mi apuesta, pero si la ley de los promedios es cierta, no la perderé. Y si usted es un hombre cuerdo no se tomará el trabajo de explicarle a su ayudante que Correggio se busca en la C y no en la K; se sonreirá usted y suavemente le dirá: «dejemos eso». Y buscará usted personalmente lo que necesita averiguar.

Y esta incapacidad para la acción independiente, esta estupidez moral, esta atrofia de la voluntad, esta mala gana para remover por sí mismo los obstáculos, es lo que retarda el bienestar colectivo de la sociedad. Y si los hombres no obran en su provecho personal, ¿Qué harán cuando el beneficio de su esfuerzo sea para todos? Se palpa la necesidad de un capataz armado de garrote. El temor de ser despedidos el sábado por la tarde es lo único que retiene a muchos trabajadores en su puesto. Ponga un aviso solicitando un secretario, y de cada diez aspirantes, nueve no saben ni ortografía ni puntuación. ¿Podrían tales personas llevar la carta a García?

Apología de la carta a GARCÍA…

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Hola que tal reciban un saludo todos y cada uno de nuestros lectores, y como ya empezamos el 2010 con la pila recargada y con nuevas ideas frescas pero sobre todo con ganas de impactar en cada uno de ustedes a traves de nuestro trabajo, aquí les dejamos este artículo introductorio (porque seran varios posts) que esperamos sea de un análisis profundo y de reflexion proactiva.

De antemano mi más profundo agradecimiento a la Mtra. Angélica Rangel García por proporcionar el contenido pero sobre todo por lo que implica. Por lo tanto a todos nuestros lectores si tienen oportunidad de leer esto: «Apología de la carta a García» y «Carta a García» encontraran un mensaje que nos lleva a cada uno de nosotros a reflexionar sobre nuestro quehacer diario y desarrollo personal o profesional y muy buen ejemplo para los jóvenes, disfrutenlo y por supuesto esperamos sus comentarios.

El pasatiempo literario que va a leer usted, amigo, «UNA CARTA A GARCÍA»; fue escrito de sobremesa, una tarde, en el corto término de una hora. Pasó esto el 22 de Febrero de 1899, aniversario del natalicio de Jorge Washington y en Marzo del mismo año ya se había publicado en la revista «Philistine». Fue algo que brotó caliente de mi corazón y lo escribí tras un día gastado en la pesada faena de excitar a infelices sumidos en los limbos de una innacción criminal a que se tornasen hombres auténticos, radiactivos.

Pero la verdadera idea creadora brotó de labios de mi hijo Bert, cuando en el curso de la conversación entre taza y taza de té, sugirió que el héroe verdadero de la guerra de independencia de Cuba había sido Rowan. «Si, dijo mi hijo, porque Rowan fue quien en la hora oportuna, culminante, llevó a cabo el hecho único, necesario; llevar el mensaje a García». La frase me hirió como un rayo. Sí, exclamé, el muchacho tiene razón: el héroe es siempre aquel que cumple su misión, el que lleva la carta a García. Corrí a mi escritorio y de un tirón de uno a otro cabo, escribí: «UNA CARTA A GARCÍA».

Tan poco caso hice a mi escrito, que fue publicado en la revista sin encabezamiento siquiera. La edición salió y empezaron a llover pedidos por docena, por cincuenta, por cien ejemplares, de la revista, y cuando THE AMERICAN NEWS CO. pidió mil ejemplares, pregunté lleno de asombro a uno de mis ayudantes qué era lo que en ese número de la
revista levantaba tal polvareda; con asombro oí la respuesta: «Esa historia tuya acerca de García».

Al día siguiente recibí un telegrama de George H. Daniels del New York Central Railroad, que decía: «Deme el precio de 100,000 ejemplares de artículo de Rowan, en forma de folleto, con un aviso en la portada sobre el Empire State express, y diga cómo puede hacer la entrega». Contesté dando el precio y avisando que la entrega se podía hacer en dos años. Disponíamos de tan pocos elementos, que eso de imprimir 100,000 ejemplares, nos parecía una empresa temeraria. El resultado fue que dí permiso a Mr. Daniels para reimprimir el artículo por su cuenta. Hízolo en ediciones de a medio millón de folletos. Dos o tres lotes de a 500,000 fueron puestos en circulación y además fue reproducido por cerca de 200 revistas y periódicos y traducido a todas las lenguas vivas.

En los tiempos en que Mr. Daniels distribuía «LA CARTA A GARCÍA», vino a los Estados Unidos el Príncipe Kilakoff, director de los ferrocarriles rusos. Y como dicho príncipe fuese huésped del New York Central y saliera a una gira por todo el país bajo la dirección personal de Mr. Daniels, conoció el folleto y se interesó por él más, quizá por ser Mr. Daniels quien lo repartía y por la gran cantidad que vio circular, de mano en mano, que por cualquier otra causa. Lo cierto del caso fue que, de vuelta a su país, lo hizo traducir al ruso e hizo repartir sendos ejemplares a los empleados de todos los ferrocarriles del imperio.

De Rusia pasó a Alemania, a Francia, a España, a Turquía, al Indostán, a la China… Durante la guerra rusa-japonesa, cada soldado ruso que iba al frente llevaba un ejemplar de «LA CARTA A GARCÍA». Al encontrar los japoneses el folleto en poder de todos y cada uno de los prisioneros de guerra, concluyeron que debía ser algo excelente y lo vertieron a su idioma. Por orden de Mikado fue repartido a cada uno de los empleados del gobierno, militares o civiles. Alrededor de 40,000,000 de ejemplares de «LA CARTA A GARCÍA» han sido impresos, siendo esta la mayor circulación que una obra, en vida de su autor, haya logrado en tiempo alguno de la historia, gracias a una serie de afortunados incidentes.